martes, 29 de mayo de 2012

Noches de verano.

Háblame de ti, de , de a qué huelen las nubes, de qué matices adquiere mi pelo cuando me da la luz del sol. Háblame de todos los besos que te debo, de todas las veces que hemos hecho el amor y de todas las que faltan, de todas esas caricias furtivas que me han hecho soñar. Háblame del brillo que tienen tus ojos cuando me miras, de la forma que se me pone la piel de gallina cada vez que tu piel roza la mía, de la suavidad de tus labios cuando estás dormido. Háblame de cómo se difuminan tus pecas cuando estoy al borde del orgasmo, de cómo me echas de menos cada vez que desaparezco, de las locuras que se te ocurren para que me quede  s i e m p r e contigo, de las sorpresas que me tienes preparadas. Háblame bajito, suave, háblame a gritos, en susurros, al borde del acantilado o en el momento más horrible. Háblame cuando esté asustada, porque tú sabes todas y cada una de las formas que existen para calmarme, hazlo también cuando esté feliz, porque nada me alegrará más que oír tu voz. Cállate solo las veces que sean necesarias, las mínimas, pocas, poquísimas, ínfimas, me gusta (demasiado) escucharte. Háblame de las cosas de tu día a día, por pequeñas que sean, me encantará formar parte de ellas. Háblame de cuánto me quieres o de las formas que me follarías harías el amor. Háblame y dime esas esas tres palabras que tanto me gustan. Compártete conmigo. Imagíname en las noches sin luna.

1 comentario:

  1. No tengo muchos adjetivos para describir lo precioso, maravilloso, bonito, tierno..., en fin, la infinidad de cosas que es este texto.

    Sin embargo, te puedo decir que me ha encantado y esa última línea tiene más magia que un mago y su sombrero lleno de confusos conejos blancos.

    Besos de neón, y un placer pasarse por aquí.

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Toc, toc... ¿Hay alguien en casa?