sábado, 28 de julio de 2012

22:22

Me pregunto si alguna vez podrías olvidarme. Imagínate que todo cambiase y yo ya no fuese lo que soy para ti, que un día la inspiración se acabase y yo perdiese todo mi valor. Me pregunto si me querrías un tiempo, durante al menos un par de meses, hasta que apareciese otra que eclipsase las noches oscuras. Me pregunto si guardarías en un cajón algunas de mis cosas, como mi pañuelo rojo o alguna de mis letras. O quizás no dejarías nada que pudiese hacer que me recordaras.
Me pregunto si soy una ilusa al soñar con que no me olvidarás, con que quedarás conmigo algún miércoles a las seis y cuarentayseis para hablar sobre alguna locura que se me haya ocurrido hacer, con que me mandarás un e-mail con la última canción que has encontrado gracias a la casualidad más imposible.
Quizás un día borres las palabras que escribí en el cuello de tu camisa y sea esa la invitación formal a que desaparezca con la última calada de un lucky mentolado un día de lluvia. O quizás escribas un verso sobre la forma en la que un día me pediste que me casara contigo, pero que olvidaste los motivos y me olvidaste a mi.
Yo prometo recordarte en cada línea de un pentagrama vacío, en todas las noches de tormenta en las que siga teniendo miedo, en los botones de mi vestido favorito que ya no desabrochas. Yo prometo que me será imposible olvidarte, (porque ya lo es). Prometo quererte, de rodillas si hace falta, hasta el último aliento de mi razón.

Y es así como firmo esta declaración de amor, dejando de preguntarme si algún día me olvidarás, y jurándote que yo no olvidaré jamás todos tus besos.

4 comentarios:

  1. Que hermoso texto, aunque también algo triste

    Saludos!!

    ResponderEliminar
  2. "O quizás escribas un verso sobre la forma en la que un día me pediste que me casara contigo, pero que olvidaste los motivos y me olvidaste a mi".

    Qué poema más triste sería ése...

    ResponderEliminar
  3. (una delicia volverte a leer,
    te he echado de menos)

    ResponderEliminar
  4. Hay un momento en el que tenemos que aprender a quitarnos la venda por nosotros mismos. Es un momento triste.

    Un saludo. Me ha encantado.

    ResponderEliminar

Toc, toc... ¿Hay alguien en casa?