jueves, 20 de octubre de 2011

No quiero besos cuando empiece el tiroteo.

-Alejate.
-¿Por qué?
-No quiero verte..
-Pero..
-No, no hay peros. Vete.

Avancé marcha atrás, con las manos en mi espalda, huyendo como la maldita cobarde que era. Mi espalda se quedó apoyada en la pared, temerosa por no encontrar escapatoria, aunque, en el fondo, tampoco la quería.
Sus ojos me miraron y el resto de mi cuerpo dejó de funcionar, me quedé sin respiración.

-Dejame acercarme, Carlota, no te voy a hacer nada. Te lo prometo. No va a suceder nada.
-No, no te acerques. Por favor.-Un ruego, una súplica, una orden. Se quedó a escasos centímetros y atrapó entre sus manos uno de mis rizos.
-¿Por qué? ¿Por qué huyes?
-Tengo miedo..
-¿De qué tienes miedo, pequeña?
-Tengo miedo de todo lo que despiertas en mi, tengo miedo de mi misma, de las ganas que tengo de quererte, pero no puedo...-Las lágrimas caían a borbotones por mi cara, él intentaba recogerlas todas con sus labios, pero estas se escapaban.
-Shhh.. Mi linda Caperucita... No hace falta que me quieras todavía, solamente dejame conocerte, a qué huele tu almohada, a qué saben tus besos en las noches de luna llena, cómo brillan tus ojos...
-Jav.. Javier, yo..
-...quiero saberlo todo, hasta cuánto te miden las pestañas.




Y después de aquel beso, sentí que volaba muy alto, cierto, pero que no debía tenerle miedo a las alturas.

4 comentarios:

  1. ...el miedo es inevitable en estas circunstancias, y más cuando la vida te ha dado más de una patada. Yo también tengo miedo a volar alto, pero tengo tantas ganas de quererle...

    ResponderEliminar
  2. Qué vértigo da sentir el cielo y, sin embargo, ir pisando el suelo.

    Muy bonito =)

    ResponderEliminar

Toc, toc... ¿Hay alguien en casa?