Carlota en aquel momento soñaba que era Javier el que le estaba haciendo el amor, devorándola entre sus fauces,
en resumen, como el Lobo se come
todas las noches a
Caperucita mientras se mece en los brazos de Morfeo; pero cuando miró a aquél quienquiseraquefuera que la trataba con una singular indiferencia, extrañó el cariño con el que Rubén la miraba ame en aquellas amándose aquellas mañanas, tardes y noches de algodón de azúcar con tanta lujuria concentrada. Él se corrió justamente cuando ella se comía sus lágrimas, las ganas de
ti y su dolor sin acompañarlas de un suave trago de nicotina mentolada o una profunda
(y los domingos por la mañana malnacida) resaca. Segundos más tarde, cuando ese s
iquieresdejametuteléfonosobrelamesayrepetimos, se había dormido pensando en lo
maravilloso de ese polvo, cogió su gabardina de profundo color
rojo, los zapatos de tacón más altos que ella y su inocencia ya perdida para enjuagarse los recuerdos desbordados por su piel al ritmo de
La Foila de Corelli y un chocolate
caliente con nubecitas derretidas.
Creo-que-me-estoy-volviendo-aún-más-loca.
Corto-y-cambio.
Invito al lobo a que repita, pero que antes Caperucita se tome un café con leche con muuucho azúcar para paliar las penas.
ResponderEliminarme encantó! (:
ResponderEliminarEncuesta en mi blog! me podrías ayudar? solo entra a www.anngela-juazjuaz.blogspot.com y elige un logo! es todo! te lo agradecería muchisimo! y graacias de nueevo! x)!
ResponderEliminarpobrecita ilusa :(
ResponderEliminarA mi me da penilla.
Caperucita echa de menos a su lobo.
ResponderEliminarMe gusta.
Te sigo!