viernes, 11 de septiembre de 2009

Heroes sin capa e imbéciles con ella.

Aquella noche volví al bar apesar de las indicaciones dadas por mis queridas amigas. Sufrir por desesperación, en aquellos momentos, era lo que menos me importaba. Queria (necesitaba) saber si él de verdad me necesitaba aunque fuese como musa (o como loba hambrienta) y además, si no venía, tendría más fácil el acceso a ahogar mis penas en algún líquido inflamable.
La tormenta que había fuera (con las olas enfurecidas, el cielo negro y el mar cálido como la última vez que le vi) no habían hecho demasiada mella en mi. Seguía llevando mi gabardina roja (por si hacía frío al volver sola a casa) y un vestido de gasa negro quizás demasiado ajustado para una niña como yo. Los tacones altos no me daban miedo, ni los labios pintados más claros que de costumbre impedían que me fumase cigarrillo tras cigarrillo.

Al pasar hacia la barra (en la que deseaba con todas mis fuerzas en las que me hiciese el amor sin parar hasta el amanecer) ví al cabronazo de Rubén enroyándose con una rubia tota de esas de "si-me-rompo-una-uña-me-echo-a-llorar'. Desvié la mirada de ellos y pedí un martini seco en el que no me pidieron la edad.
Jugueteé con la sombrillita que le habían puesto a mi bebida antes de bebermelo de un trago. Me acerqué el cigarro a los labios, pero antes de darle la calada, una voz me asustó.
-No deberías fumar tanto.
Gilipollas, pensé.
-Y tú no deberías ser tan cabrón, Rubén.
-Jajaja. Mira quién habló, la zorrita come...
Antes de que terminarse de escupír palabras le solté un bofetón el plena cara.
-Vete a la mierda, intento fracasado de héroe.

-Tú, gilipollas. ¿Estás molestando a esta señorita?
Me giré. Era él. Él, el que siempre iba de malo, el señorito al que debería tenerle miedo, estaba allí, haciendo de bueno en una película a color.
-Dejalé, no merece la pena.
Rubén se fue con su barbie como un perro que se aleja temeroso al ver a un animal más poderoso que él.
-Vaya, vaya; ¿así que ahora vamos de chico bueno?
No me contestó. Pidió otro martini para mi y un gintonic para él. Sacó su paquete de tabaco y se encendió un cigarrillo, a la par que yo apagaba el mio en el cenicero de aquel bar de mala muerte.

...

Próximamente más de este capítulo.

No me des sustos así, si no estás me pierdo.

8 comentarios:

  1. me he tenido que poner al día!! ahora ya sé un poco más de todo esto :) engancha tu historia!! un beso y muy feliz fin de semana :)

    ResponderEliminar
  2. Sólo peudo decirte que me ha encantado esta entrada y estoy ansiosa por leer más. Hace mucho que no escribes relatos :D

    Te quiero Manita. Mucho, mucho, mucho :)

    ResponderEliminar
  3. "No me des sustos así, si no estás me pierdo."

    Esto me ha encantado :)

    Patito de goma te envia un beso de niño bebe con sabor a polo norte :*

    ResponderEliminar
  4. Que bonito le parece a la niña Anelise esta entrada!!!
    :*

    ResponderEliminar
  5. Me encanta. Aunque es verdad que sería mejor que no fumara tanto, no quiero que se le vaya pronto la vida por un cancer ;) aunque las que van vestidas de chicas malas fuman, ¿no?
    Un beso.

    ResponderEliminar
  6. No te pierdas mi caperucita roja, todos acabamos encontrandonos, aunque los que amemos se vayan, al principio nos encontramos desnudos bajo la lluvia y después encontramos el valor para levantarnos del charco y caminar hacia las nubes o hacia el sol...

    ResponderEliminar
  7. Sencillamente me ha encantado!!
    Me encantan los ambientes que eres capaz de recrear con solo palabras... maravilloso!
    ^w^

    ResponderEliminar

Toc, toc... ¿Hay alguien en casa?